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                                                                                                        Mataró, 8 de junio 2019

Sobre la exposición [sota mínims] de Teresa Pera

¿Podemos hacer algo que no ocupe tanto espacio, que no cause tanto dolor, tanta pérdida, hacer algo que pueda desaparecer sin dañar nada? Las obras reunidas de Teresa Pera nos hacen pisar una tierra de nadie, un lugar inminente a su desaparición.

Al venir desde lo bidimensional y del trabajo con materiales orgánicos en pequeño formato, la artista hace un giro en su trayecto y presenta unas instalaciones in situ de mayores dimensiones, pensadas en y para este espacio en particular y hechas cada una desde diferentes actitudes. Por ejemplo la pieza del árbol: Parc aquàtic per a ocells, como una suerte de ironía al jugar con el lugar y algunos elementos kitsch; obra cuidada y pensada en fragmentos para ensamble y patio interior.

Luego, las duplas arte y naturaleza, arte y vida, o líquenes y musgos, son parte del manifiesto de la artista, residen en eso de “pasar el tiempo con aquello que haces” como una forma de trascender el cuerpo performático de la obra, acaso otra de la piezas centrales: Sota Bosc. Aquí el musgo va a sostener una correspondencia con el trabajo de la costura y la sobrevivencia diarias –incluso durante ocho mese antes de llegar a la sala-. Dormir junto a la obra como dice la artista, es lo que hace de esa dualidad un estado casi caligráfico, a ratos aparentemente onírico, a otros no.

El musgo –en preservación- está levantado (sota bosc) y no en un sentido ecológico estricto, porque no pretende juzgar, sino que es parte de unas memorias en cadencia que están relacionadas al elemento AGUA, principal cuestión de esta segunda exposición personal de Teresa Pera. El agua desde el abuso, el agua desde el tiempo, el agua desde el lugar o la memoria confluyen en una misma mirada sobre lo hídrico, sobre lo acuoso.

Son ya tres años de investigaciones, al principio va a comenzar como una recogida de objetos que estaban afectados, y luego también se aplicó a la pintura y a los papeles de arroz, que se dibujan con las propias inundaciones de estos campos. En el caso del musgo, está tratado de forma artificial con un procedimiento químico no menor que toma lo natural y lo preserva durante diez años en su mismo estado sin necesitar agua. Entonces, ¿es que Pera ya no se plantea imitar algo natural sino que ficticiamente conservarlo pero muerto?, parece autentico vivo pero es un musgo sin vida que conserva el tacto y el olor a húmedo, digamos que se trata de una memoria inconscientemente afectiva, y que vendría a activar una realidad íntima de la artista.

Las relaciones con el arte povera italiano no son lejanas, Teresa ha realizado recolecciones precarias desde niña, recolecciones que no son una novedad en ella, y que ahora pensadas como obras se transforman en lo que ha adoptado como psicotopografias, un lugar donde el imaginario del agua deja su marca, como en el papel de arroz en que suceden aquellas difusiones no retiradas de la inquietud del espacio y el tiempo que las compone.

Dejar sentir la duración acuosa por la obra, incluso buscando el equilibrio, es una invitación a contemplar Parc aquàtic per a ocells, Sota Bosc, Unmòn una bassa, Regs y Feixes o Calligrafíes d´aigua, todas piezas de un solo hidrometabolismo orgánico que intenta soportar y sostener Teresa Pera en Sota Mínims.

Pía Sommer

Nota: La exposición se encuentra abierta hasta el 16 de julio de 2019 en La Destil·leria en Mataró, más info AQUÍ.